Me fascina este toyota.Un superdeportivo japonés a la vieja usanza.
Laín Coubert
Cuando escucho la vieja voz de mi sangre que canta y llora recordando pasados siglos de horror, siento a Dios que perfuma mi alma y en el mundo voy sembrando rosas en vez de dolor.
Liaquat Ahamed escribió Los señores de las finanzas partiendo de una idea muy simple. Es una idea recogida en las primeras páginas del libro y que se puede resumir en la frase de Benjamin Disraeli que dice "no leáis historia; sólo biografía, porque eso es vida sin teoría".
Palabras de Walter Bagehot,reconocido economista inglés del siglo XIX, recogidas en la National Review de enero de 1856:"
Explicación de la crisis actual al estilo XIX.
Laín Coubert
Me siento orgulloso de ello. Lo cierto es que me ha costado mi esfuerzo porque he tenido que leerme unas instrucciones que a veces sonaban a chino. De poco ha servido mi experiencia con la play porque el cacharro tiene botones parecidos pero ahí se queda la cosa. Me he tenido que leer y releer las instrucciones, tanto de la máquina como de los productos que he tenido que usar. y mezclar esa información con la que pone en las etiquetas de la ropa. Pero al final, como decía, he conseguido poner en marcha la lavadora y lavar la ropa de forma casi perfecta. Casi rozando los 30, un poco tarde, pero aplicaré el refrán ese que reivindica que aunque tarde lo conseguido es importante.
Llevamos unos días de actividad frenética en la sede socialista. Unos días de ese frenesí que hace que los pelos se ericen cuando te llevas horas y horas alrededor de una mesa acompañado de gente que van aportando todo un catálogo de reflexiones que nunca antes se te habían pasado por la cabeza. Un frenesí que nace del ver a gente que te deja sorprendido por sus ideas y sus iniciativas.
IU e ICV están luchando por conseguir en España una cuestión que ya se aplica en otros países de nuestro entorno. Una cuestión lógica y necesaria ya que viene a plantear justicia en un campo en el que los bancos y cajas están abusando de su posición de poder.
Qué pena de aquellas personas que nunca han llorado por la impotencia de lo no logrado. Quizás es que nunca soñaron con llegar a la playa y sólo se contentaron con hacerse el muerto sobre las olas.