jueves, junio 23, 2011

Esas cosas raras llamadas libros (y CXVI)

En el año 2008 se celebraron las III Jornadas de Historia organizadas por el Ayuntamiento de El Viso del Alcor teniendo como hilo conductor la situación de nuestra localidad en la llamada Guerra de la Independencia (1808-1814). En las siguientes jornadas, celebradas en el 2010, el tema elegido era la visión de nuestra localidad en los años que van desde la proclamación de la II República a la Guerra Civil.
Las ponencias que se aglutinaron alrededor de ambas jornadas son recopiladas en este libro. De esta forma, sus páginas recogen textos de José Ángel Campillo de los Santos (El Viso del Alcor en la transición de los siglos XVIII al XIX. La Guerra de la Independencia), de José Manuel Navarro Domínguez (El impacto de la Guerra de la Independencia en El Viso del Alcor), de Marco Antonio Campillo de los Santos (El Viso del Alcor en la época de la Guerra de la Independencia), de Manuel Gavira Mateos (Bandolerismo y delincuencia en Los Alcores), de Manuel Ruíz Romero (Municipalismo y II República. Apuntes para la historia de la administración local en España), de Diego Relaño Jiménez (Las elecciones durante la II República: El Viso del Alcor) y, por último, de Baldomero Alba Lara (El problema obrero y jornalero en El Viso del Alcor durante la II República). Todo un compendio de hechos, sucesos y circunstancios que modelaron El Viso y su gente, y sin los que sería complicado comprender el presente que vivimos.
Todos los trabajos están magníficamente documentados permitiendo conocer y divulgar nuestra historia. Una historia que se recoge en estas páginas desde el conocimiento, pero también desde el amor a El Viso. Algo que le da un doble valor sin duda.

El libro está publicado por el Ayuntamiento de El Viso del Alcor en colaboración con la Junta de Andalucía.

Laín Coubert

martes, junio 21, 2011

La (¿falsa?) autoridad moral de la izquierda

En demasiadas ocasiones, cuando se escucha o se lee a alguna persona que pueda representar a ese extraño ente que identificamos como izquierda (política y/o sociológica), me asalta una duda. Y hace mención a la capacidad de autoengaño (o por lo menos de memoria selectiva) que parecemos tener los que pretendemos, intentamos o queremos defender postulados cercanos a ese ideario. Existe un error de base que yo asocio a una creencia en una supremacia moral o ética de la izquierda sobre la derecha. Una creencia, firmemente anclada en el subconsciente de la izquierda, que supongo puede provenir de los primeros años de nuestra democracia adolescente. Puede que para crear un proyecto realmente atractivo desde la izquierda lo primero que tengamos que hacer sea olvidar esa falsa supremacia. En caso contrario podremos encontrarnos en demasiadas ocasiones frente al espejo, mirándonos el ombligo, mientras la sociedad camina hacia donde camina ante la falta de opciones reales basadas en planes claros de futuro y no en reminiscencias del pasado.

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Laín Coubert

sábado, junio 18, 2011

Esas cosas raras llamadas libros (y CXV)

Mario Conde es una de esas personas que ocupan para unos altares y para otros los infiernos. Personaje de los más importantes de finales del siglo XX en España consiguió amasar un enorme imperio a través de su entrada en Banesto y de sus relaciones con medios de comunicación, en especial con El Mundo. Tras la intervención de la entidad por el Banco de España y tras una serie de juicios Conde terminó en Alcalá-Meco, momentos en los que se basa este libro, Memorias de un preso.
En el mismo cuenta su percepción de los juicios que tuvo y nos relata sus tres estancias en prisión rodeadas de historias y anécdotas que vivió y sufrió en esos años. En principio el libro se me hace difícil de digerir por no poder estar de acuerdo con una idea que Conde enarbola y que yo no puedo creerme: que su estancia en prisión se debió a una especie de complot surgido de intereses comunes y en el que estaban PSOE, PP, IU, El Mundo, Antena 3, Telecinco, El País, jueces, fiscales....Toda una serie de elementos sociales y grupos de presión que, según Conde, usaron la justicia, a través de la razón de Estado, para acusarle y culparle de delitos que no había cumplido. Como digo, a mi dicho punto de vista, me chirría y me parece algo cínico. Pero en fín, ni tengo todos los detalles ni conozco la realidad de forma completa.
Por otro lado el libro parece destilar a veces un egocentrismo acentuado. Algo que tampoco es de extrañar si pensamos que la vida de Conde ha sido bastante "concentrada" conteniendo sensaciones y momentos que en otras vidas ni se atisban. Tampoco hay que olvidar el recorrido vital de Conde, un recorrido desde las esferas más altas del poder a la cárcel, un recorrido que nace de una excelente vida estudiantil, si no la mejor en España, por lo que el egocentrismo puede ser hasta algo normal. Las personas acostumbradas al éxito a veces pueden permitirse esa licencia.
En resumen, un libro interesante, que muestra un lado de los últimos años del siglo XX en España que de otra forma muchos no conoceríamos. aunque obviamente, para no engañarnos siempre es bueno compararlo con los otros lados. Al mismo tiempo nos enseña a una persona que todavía, aunque sea a través de canales como Intereconomía, parece guardar gran parte de esa halo de poder que tuvo hace décadas y que formará parte indispensable de la historia, para bien y para mal, de nuestro país.

El libro está publicado en Booket.

Laín Coubert

lunes, junio 13, 2011

De dopaminas y catecolaminas

La puta blackberry ha dejado de sonar!!!!!!!!!!! Espero que ahora mis dopaminas y mis otras catecolaminas se vayan a tomar una leffe y me dejen tranquilito una época.

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Laín Coubert

jueves, junio 09, 2011

;p

No podría mentir en ello. Caí en hacienda de rebote. Nunca me lo había planteado ni jamás se me había pasado por la cabeza. Fruto de una casualidad que, sin embargo, ha marcado estos meses, estos años y, posiblemente, mi vida. Tras esa decisión han venido otras muchas decisiones. Algunas acertadas y otras equivocadas. Nunca tampoco pensé que iba a llorar siendo concejal. Y esta delegación me lo ha demostrado. Y me ha enseñado la importancia de llorar por impotencia. La importancia de obsesionarse con algo y luego no poder sacarlo adelante. Las mañanas compartidas en tesorería haciendo cuentas que nunca nos conseguían calmar, las manos en la frente, las carreras por los pasillos del opaef o los de diputación, los cabreos para encontrar un aparcamiento en La Cartuja, las sonrisas en intervención. Los gritos algunas tardes cuando me juntaba con el clan de los filósofos, los golpes en la mesa al son de la canción, o los sueños que hacían sudar. Los cochazos a Gines o a Brenes, las carreras a la imprenta, el corazón acelerado cuando faltaban ceros, el tragar saliva cuando las horas pasaban y el dolor de cabeza aumentaba, las aspirinas que se perdían y la calculadora que echaba humo...
Pero lo que nunca podré olvidar serán esas tardes compartidas. Esas cervezas con mi grupo de hacienda e intervención. Esas tardes en el lechuga, en el convento 33, en la cruz o donde surgiera. Tras discusiones, peleas o encontronazos siempre había una realidad: desde sus ideas todos y cada uno nos esforzábamos por mantener a flote un barco que se encontraba demasiados icebergs en el camino.

Gracias a todos y todas.

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Laín Coubert