jueves, septiembre 27, 2012

Esas cosas raras llamadas libros (y CLXXXII)

No es éste el primer libro de Crichton que aparece en este blog. Ni siquiera los que aparecen en el blog son los que me he leído del autor, ya que recuerdo otros que me leí antes con muchas ganas.
La amenaza de andrómeda es un thriller científico basado en unas supuestas pruebas científicas que no acaban tal como se pensaba. Un programa de investigación de la administración norteamericana intenta investigar formas de vida externas a nuestro planeta y para ello manda una serie de sondas al espacio. Una de ellas ha aterrizado en una zona desértica y un grupo del ejército se acerca a recogerla. Sin embargo, la sonda ha sido recogida ya por unos lugareños que la han abierto. Cuando el grupo del ejército llega al pueblo siguiendo las señales se encuentra de que todos los vecinos han muerto. Entonces se disparan las alarmas y empieza una carrera contrarreloj para encontrar la forma de controlar algo que parece imparable.

Está publicado por Debolsillo.

Laín Coubert

viernes, septiembre 21, 2012

Esas cosas raras llamadas libros (y CLXXXI)

Hace ahora dos siglos que nació, en Portsmouth, el famoso novelista inglés Charles Dickens. Para celebrarlo, este 2012 ha estado jalonado de eventos en su recuerdo. En uno de esos eventos, en concreto en un programa de televisión, hablaron de este pequeño cuento de terror. Un cuento cortito, con unas 15 páginas, pero que merece la pena leer.

El guardavía nos traslada a una noche cerrada, en la cual un paseante se encuentra con un guardavía que le cuenta una extraña historia sobre un fantasma que parece hacer señales desde la boca de un cercano túnel. Las dudas y el miedo se abren poco a poco paso en la mente de nuestro narrador, hasta que el fantasma hace acto de presencia de nuevo. Y parece querer avisar de una tragedia.

La edición que yo he leído es la de Anaya.

Laín Coubert

jueves, septiembre 20, 2012

Esas cosas raras llamadas libros (y CLXXX)

¿Quién no conoce al legendario personaje de Arthur Conan Doyle? Sherlock Holmes es un personaje que ha pasado a la historia y al conocimiento social como uno de esos que no envejecen. 
Bajo esa sombra han sido muchos los intentos de continuar las narraciones contadas por el fiel compañero del detective, el no menos famoso Watson.
La casa de la seda es uno más de ellos, eso sí, con la particularidad de ser el único texto aprobado abiertamente por la fundación encargada de proteger el legado de Doyle. Y leyéndolo se nota el porqué.

Nos situamos tras la muerte de Holmes. Es en ese momento cuando Watson escribe esta historia que recoge una investigación realizada por ambos hace años pero que ocultaron por sus repercusiones. Todo se inicia cuando un galerista les pide ayuda tras sorprender a un extraño personaje rondando su mansión y tras perder una importante colección de pinturas que iban hacia Boston. A raíz de ello la investigación les llevará a descubrir una trama donde se integran fuertes poderes fácticos de Inglaterra. Por ello la investigación, que en principio parecía sencilla, se torne peligrosa.

Anthony Horowitz ha conseguido una obra muy buena que te mantiene sin aliento devorando sus hojas.

Está publicado en España por Suma de letras.

Laín Coubert

viernes, septiembre 14, 2012

Esas cosas raras llamadas libros (y CLXXIX)

Los thriller basados en supuestos secretos arqueológicos es una moda en plena ebullición. Y dentro de esa moda, los mayas y sus leyendas ocupan un papel principal.
Así ocurre en Lluvia negra, una obra de Graham Brown, que nos presenta un historia donde mezcla leyendas sobre el origen de la civilización maya con la búsqueda de una fuente nueva de energía.
El NRI, que es un instituto de investigación del gobierno norteamericano, decide enviar a un equipo de investigación al centro del Amazonas, donde creen que pueden encontrarse restos del primitivo origen de los mayas, en busca de unos extraños cristales que parecen esconder un secreto anhelado por la administración de EEUU: la fusión fría. Ello podría cambiar la situación de déficit energético que sufre el país, pero al mismo tiempo, se pretende llevar la investigación con sigilo para no levantar sospechas.
Pero ello no les vale para evitar que un equipo con los mismos objetivos se filtre entre la jungla y los siga. Cuando llegan a unas antiguas ruinas, parecen haber encontrado lo que buscan: los restos de los ancestros mayas y pistas sobre los cristales. Pero unos extraños ojos los vigilan desde los árboles, a ellos y al otro grupo. Ambos sufrirán el azote de un enemigo que parece surgido de las peores pesadillas.

Lluvia negra fue todo un bombazo en ventas en EEUU. En España está publicado por Martínez Roca.

Laín Coubert

viernes, septiembre 07, 2012

Esas cosas raras llamadas libros (y CLXXVIII)

He tardado algo más de lo previsto, pero al fín he terminado de leer Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena

Es un libro que cuenta con buena crítica y que, además, trata sobre un tema que me llamaba la atención, así que me lancé a su lectura. Ésta ha sido en ocasiones complicada porque llegaba momentos, sobre todo al principio, que el libro no me enganchaba, aunque cuando te vas acercando al final del libro su magnetismo aumenta.

Los renglones torcidos de Dios se desarrolla casi íntegramente dentro de los muros de un centro hospitalario donde están recluidas personas con complicados psiquiátricas. En dicho centro ingresa Alice Gould, una detective privada que, mediante su ingreso, intenta desenmascarar a un asesino. Sin embargo, en un centro donde la locura campa a sus anchas, no todo es como parece.

A través de diferentes giros en la historia podremos asistir a un enfrentamiento entre la realidad compartida y la individual hasta llegar a un desenlace que no dejará a nadie indiferente.

La historia está magníficamente documentada, ilustrando muy bien diferentes patologías e incluso, el momento histórico en el que se desarrolla dentro de la historia de la psicología y la psiquiatría, con el choque entre los sistemas más antiguos y los más modernos en los tratamientos y la normalización de estos centros para pasar de ser centros de reclusión a centros de tratamiento.

La edición que he leído es la de Planeta.

Laín Coubert