domingo, mayo 14, 2006

España, el mundo al revés


Enciendo la televisión, TeleMadrid, por supuesto, y me llevo un susto morrocotudo: todos los diputados del Partido Popular de la Asamblea Autonómica están esposados. Lógicamente, lo primero que pensé es que se había llegado al fondo del caso de Tamayo y Sáez o que una ignota brigada policial inmobiliaria había descubierto alguno de los tejemanejes que nos traemos en la Comunidad. Pero, afortunadamente, la voz del locutor me saca de mi espanto y me explica que es una pantomima, un acto de protesta por lo de la terrible detención durante todo un día de dos de nuestros afiliados en el famoso caso Bono. La cara de Simancas, que en ese momento parece que tenía la palabra, era un poema y entre lastimeros quejidos sólo pudo decir, dirigiéndose a Esperanza Aguirre: “No tiene usted respeto por la institución. No tiene usted ni idea de lo mucho que nos ha costado a algunos que no tenemos apellido aristocrático ni rancio abolengo llegar hasta aquí”. Y es lo que yo siempre digo, ¿valía la pena el esfuerzo? ¿No es mejor que los Simancas de España sigan en sus cosas, sus honrados trabajos de toda la vida, y dejen que seamos nosotros, los de siempre, los que gobernemos la nación? Pero estaba escrito que el jueves iba a ser un día de sobresaltos. Apenas me alejo unos pasos del televisor para servirme una copa de Napoleón, cuando al girarme de nuevo veo a Martínez Pujalte dedicando una reverencia al rojo de Manuel Marín. Curado ya de espantos pensé que era una comedia clásica de las que a veces nos da por ensayar en la calle Génova, cuando nos aburrimos de jugar al Monopoly a tamaño natural. Vuelvo a subir el volumen, a mi me gusta ver la tele pero no oírla salvo caso de necesidad, y es de nuevo el fiel presentador de la cadena regional el que me vuelve a sacar de dudas: lo han expulsado. Es decir, uno de los nuestros, un español de siempre, de los de buena familia, ha sido el primer diputado expulsado del hemiciclo desde la instauración de la democracia. “¡Mandan güevos!”, que diría el añorado Federico Trillo, que nos echen del Congreso, cuando desde siempre hemos sido nosotros los encargados de echar, ya fuera a caballo o a pie, a todo el que se nos atravesaba en la carrera de San Jerónimo. Y es que en estos últimos tiempos este país parece el mundo al revés. La policía nos detiene por pertenecer a un partido político, nos manifestamos casi cada sábado por las calles y nos echan del Congreso. ¿Qué será lo próximo? Como sigamos así, cualquier día veo a uno de los nuestros asumiendo responsabilidades políticas y dimitiendo. ¡Señor, señor, qué hemos hecho para merecer esto!

BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS (elplural.com, 13-05-2006)