Una tarde más que agradable. Y luego, las risas, las anécdotas y alguna cerveza con los visueños allí presentes.
Suela y lengua.
Laín Coubert.
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Cuando escucho la vieja voz de mi sangre que canta y llora recordando pasados siglos de horror, siento a Dios que perfuma mi alma y en el mundo voy sembrando rosas en vez de dolor.
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