lunes, mayo 17, 2010

Sin intermediarios

Le he dado muchas vueltas pero sigo sin entenderlo. Una vez y otra. Pero ni por esas. No lo entiendo.
La propuesta votada por todos los grupos del Senado, a excepción del PP, me parece una auténtica gilipollez. Y no por el uso de las diferentes lenguas, que cada lengua es un tesoro que se debe cuidar, sino por los argumentos esgrimidos para que podamos ver el esperpento que puede significar que un senador, o senadora española, tenga que usar un traductor y un pinganillo para entender y ser entendido en el Senado español.
La lengua es una herramienta para unirnos y no para separarnos. Y el uso de lenguas que son entendidas sólo por una parte de los receptores es una aberración, habiendo otras que si cumplirían mejor esa función.
Me parece genial que se enseñe el catalán, el gallego o el euskera. Pero me parece una falta de respeto que me lo hablen a mi que no lo entiendo. O una falta de respeto o bien, que no quieren que me entere de nada.
Que en un lugar donde las palabras, la discusión y la confrontación de ideas debería ser el protagonista, el que éstas deban tener un traductor me parece de risa, además de ser una medida totalmente insolidaria, ineficaz e inefectiva.
Y ya el hecho de que me digan algunos nacionalistas que el castellano es que es impuesto me da la risa. Porque con esas palabras demuestran que, o no se enteran de nada, o es que no quieren ser entendidos. Sería mucho mejor que se valorará el hecho de que en la conversación se usaran unos registros que se adaptarán a las dos partes ¿no? Emisor y receptor que dicen las teorías más clásicas de la comunicación.
Yo sigo queriendo ser de los que buscamos lo común, no la diferencia. Y esta medida es contraria a ese camino. ¿Por qué buscar la diferencia cuando podemos entendernos sin más?

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Laín Coubert

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