jueves, abril 15, 2010

Miedo

La pirámide de Maslow está a una lado del banco. Está encajada entre una carpeta azul que rebosa papeles. Los papeles rebosan apuntes de esos que se recogen con la mente en otro sitio. El cuerpo en la clase y la mente en el patio.
Un compañero y amigo, de aquellos tiempos porque ahora poco nos vemos, simpatizante de DN, entre sorbo y sorbo de la litrona, en aquel patio de los naranjos de Psicología donde las horas permanecían sentadas a la sombra de las ilusiones popias de la juventud, nos comentaba su visión acerca de la "ingenuidad de la izquierda". Nuestra sociedad está basada en la mentira y en la apariencia pero en el fondo, nos decía con pasión, seguimos siendo lo que nos dicen nuestros genes. Lo social sólo oculta, no elimina, lo biológico. Y por eso sólo hará falta, decía, una simple llama para incendiar todo lo que creemos fijo. Los hombres somos lo que somos, que no se os olvide "izquierdosos", nos decía antes que las risas afloraran en aquel rincón. Éramos un grupo de amigos con ideas diferentes pero unidos por ese extraño sentimiento que dá el compartir las horas, los sueños y las ilusiones.

Hoy, tras pasar todo lo que ha pasado, me pregunto hasta que punto tenía razón. La llamada de las 9,45 me ha erizado los sentimientos y las ideas. Tanto que todavía estoy nervioso y tanto que hoy he tenido que estar de un sitio a otro. Pero en todos esos sitios he escuchados comentarios y juramentos que me han vuelto a erizar la piel y no me hubiera gustado escuchar. Todo ese entramado social de ideas repletas de solidaridad y humanidad...¿en qué está apoyado? Su esqueleto es mucho más frágil de lo que parece. Hoy he escuchado en boca de mucha gente, demasiada, el argumento ese de "no soy racista pero juro que si me pasa algo con esos....". ¿Es la sociedad de verdad como quiero pensar o sólo un espejismo cogido con alfileres? ¿Es cierto que lo que aprendemos, lo social, al final no importa sobre lo biológico y como células simples ante un ataque lo único que hacemos es replegarnos sobre nosotros mismos, sobre nuestro grupo social de origen para fagocitar y aniquilar al "enemigo"?
Miedo. Eso es lo que todavía siento aquí, delante del teclado y escuchando "por una cabeza" de Gardel. ¿Qué mentiras hemos llenado de cemento para construir esta sociedad que sólo es un gigante de pies de barro a tenor de estos comentarios? Porque me los han hecho, con exaltación y pupilas dilatadas, gente de todo signo. Y lo peor es que, viendo sus ojos, sé que lo que decían es verdad. Todo lo que me decian que harían llegado el momento es cierto: lo harían sin dudar. Rectifico. Lo peor es que, tras escuchar esos comentarios, ya no reconozco ni mis propias ideas. Porque quizás mis pupilas estén también dilatadas y esas ideas racistas y xenófobas también estén dentro de mi, esperando, simple y tristemente, el momento, un maldito momento, para saltar y martillear ese mundo construido. Deseo y pido que no sea así, pero lo cierto es que siento miedo.
foto
Laín Coubert

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