sábado, diciembre 12, 2009

Esas cosas raras llamadas libros ( y LXV)

En el año 1995 veía la luz La nada cotidiana. Y veía la luz parisina porque su autora, Zoé Valdés, vivía allí tras huir de Cuba. Y gran parte de los motivos que lo pudieron llevar a dejar su tierra, y su mar, se recogen en las páginas de sus obras, repletas de imágenes de la miseria en la que está envuelta la vida en Cuba.
Este libro en concreto realiza una fuerte denuncia de la vida en Cuba, de la patética dictadura que "fue sueño y se tornó pesadilla". La protagonista ya resume toda la novela cuando se quita su nombre, Patria, para bautizarse como Yocandra. Rodeada de miseria, y del recuerdo de sueños del pasado y del recuerdo de los que estuvieron y ahora están en Miami, Europa o en el fondo del mar, la protagonista teje una fuerte historia de pobreza vestida con grandes tintes eróticos.
Es la historia de un pueblo, imágenes de esa historia que mira cada mañana al mar, y que no sabe la causa por la que se tiene que ver reprimida, tanto desde dentro como desde fuera, rodeada por un círculo vicioso cuyas dos esquinas son igualmente perversos y sin sentido:la dictadura y el bloqueo.
Cogí el libro ayer y lo cierto es que es un placer leerlo porque lo cual se se hace muy corto. Sus 120 páginas se leen del tirón y muy cómodamente.

"Hay quien dice que la gente se lanza al mar por problemas económicos menores, por unos jeans, por chiclets, pero quien así habla no conoce Cuba, no sabe del hambre y el terror que sufren los cubanos, quien así habla sólo conoce los hoteles de lujo o las casas de protocolo. Sufro cada minuto por no poder contar mi experiencia, pero te digo que hasta creo que me acostumbraré. Ya ni tiemblo. Aunque sí lloro."

Está publicado por Ediciones Salamandra

Laín Coubert

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