Cambiar el mundo empezando desde tu cama. ¿Una revolución? Nada puede pararnos por más que tus sabanas se enzarcen en vanas luchas. Ningún sueño tiene valor de desvanecerse una vez empapado de tu aroma. ¿Qué es lo que manda acá?
Me rio de todos aquellos que se creen importantes y sus nombres están perdidos entre montañas del vertedero. ¿Qué salen en la foto? ¿Y qué? También las fotos son elementos, que si quieres tú, se pierden en el olvido.
¿Parar? Ya es imposible. Por una vez no haremos el amor, sino la guerra. Vamos a cambiar el mundo. Nuestro mundo. Y quien tenga que caer, sea cual sea su color, caerá.
Recuerdo tu coche sobre la acera. Con los cuatro intermitentes sobre la pintura rosa que alumbraba de extraña forma la robustez del Mini. Recuerdo tus pies moviéndose al compás de algún extraño ritmo, sentados tu y yo sobre el pequeño muro de espaldas a los edificios y a la sombra de los árboles.
Cambiar el mundo. Tendremos que pasar por encima de aquellos que no quieren cambiarlo. Y por encima de aquellos que dicen querer cambiarlo pero que están cegados tras sus propios espejismos.
Que así sea.
Que así sea.
Laín Coubert
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