viernes, julio 13, 2007

La fuerza de lo que parece no tener fuerza


Hace unos años, en cierta universidad pidieron voluntarios y voluntarias para la realización de un experimento adscrito a Ciencias del Comportamiento. Los voluntarios y voluntarias fueron divididos aleatoriamente en tres grupos: grupo A, grupo B y el típico grupo Control.
Las personas de los grupos A y B fueron llenadas de sistemas de medición. Se les colocó sistemas para medir la conductancia de la piel (variable relacionada con la producción de sudor), sistemas para medir las alteraciones en el ritmo cardiáco, para medir el consumo de oxígeno en el encéfalo, etc.
Se les colocó delante de una pantalla, donde fueron, poco a poco, apareciendo palabras. Al grupo A le aparecían palabras que se relacionan con una buena educación, mientras que al B le aparecía lo contrario, esto es, palabras que se relacionan con una mala educación.
Al grupo control no se le hizo nada, ya que los grupos así designados, juegan en la experimentación, un papel de verificación del efecto de variables.
Los voluntarios y voluntarias pasaron un tiempo metidos allí, pensando que lo que se hacía era medir su reacción ante aquellos términos. Obviamente, estaban engañados.
Cuando termino la exposición a las palabras y se les quitaron los cables, el experimentador les pidió que se esperaran para darles los "resultados". En un momento dado se pedía a los voluntarios/as que, por favor, buscaran a cierta persona conocida por ellos/as ( un determinado profesor), puesto que para la interpretación de unos datos se requería su presencia y todavía no había aparecido por el laboratorio.
Este profesor estaba en la puera del laboratorio hablando con otra persona ( compinchada en el experimento).
Ahora es cuando, realmente, empezaba la fase crítica del experimento.
Las personas del grupo A (buena educación) eran incapaces de introducirse en la conversación entre el profesor y el compinche para así terminar con ella, y avisar al profesor de la necesidad de que se acercara al laboratorio. Algunas personas de este grupo llegaron a esperar más de 20 minutos antes de interrumpir la conversación.
Las personas del grupo B (mala educación) la interrumpieron casi de forma automática.
El grupo control se comportó de forma muy diferente según fuera la persona, reflejando lo que puede ocurrir en una situación cotidiana.
La fuerza de lo que parece no tener fuerza.
Laín Coubert

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