viernes, diciembre 26, 2008

Formas de ser

A veces los ejemplos más pequeños son los que mejor ilustran determinadas formas de ser. Y las formas de ser, los comportamientos habituales, son los que mejor describen a las personas.
Hace un par de semanas, viernes tal como hoy, sobre las 21 horas estaba yo leyendo un ratillo. Y va y sonó el teléfono. Un mensaje de alguien que me había llamado y no había tenido cobertura. Orange tiene el "detalle" de mandarme el sms. ¿Quien será? No conozco el teléfono así que decido no contestar.
Al momento suena de nuevo. En esta ocasión si hay cobertura. Pero vuelve a ser un número, pese a no ser el de antes, que no conozco. Aún así decido cogerlo. Resulta ser el portavoz de un partido de la oposición, en concreto del PP. Me cuenta algo de un almuerzo del UP Viso y de que necesitan un cañón para proyectr una serie de fotos. Le pregunto si lo han solicitado, tal como se establece, por escrito. La respuesta es que no. Nadie ha solicitado nada, ni en forma ni en tiempo.
La verdad es que dada la hora que es poco se puede hacer ese viernes ya. El sábado por la mañana me vuelve a llamar para saber si lo he conseguido. A esa hora he realizado ya un par de llamadas con el mismo resultado: móviles apagados. La comida es en un salón de celebraciones por lo que no se puede usar uno de los cañones fijos con los que cuenta el ayuntamiento.
Sigo realizando llamadas. Al final a la sexta llamada encuentro una solución. Dejar uno que tiene la Delegación de Desarrollo. El problema es que no localizo a nadie responsable de dicha delegación ni a nadie que tenga llave del centro cívico donde está el cañón (la persona responsable había sufrido hacía poco un fallecimiento importante)
Es por la tarde ya. Y está diluviando. Lluvia que arrecia con el viento. Un trabajador que está de compras con su pareja se vuelve de Sevilla para acompañarme. Yo estaba en ese momento con mis amigos tomando un café, y los dejo para ir, en compañía de este trabajador en busca de la llave. Tras varios intentos conseguimos una. Aparcamos el coche en la mitad de la calle Huerto y a la carrera alcanzamos el Centro Cívico. Mojados, rozando el estar empapados, abrimos el centro y, tras buscar un rato, encontramos el cañón. Al salir una nueva pelea con los candados para cerrar la puerta mientras el aire nos vuelve a empujar la lluvia hasta empaparnos. Luego de nuevo a la carrera en busca del coche. Buscamos de nuevo a la persona que nos había dejado la llave para devolvérsela.
Dejamos el cañón a alguien responsable del equipo para que lo acerque a la comida.
La verdad es que tras todo ese sábado de carreras saco una cosa en claro. Comprendo que se le pasará solicitar el cañón por escrito. Lo comprendo porque ni son los primeros ni serán los últimos en darse cuenta de ese error una vez cerrado el Ayuntamiento. Lo que no comprendo es que ese representante político no de ni siquiera las gracias por las molestias ocasionadas no ya a mi (al fin y al cabo siempre pueden decir que es esa mi labor...aunque es discutible obviamente que mi labor seabuscar un cañón tarde y no slicitado), sino a ese trabajador que dejó de hacer su vida en un día libre por ayudarle.
En fín, formas de ser.
Laín Coubert

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