martes, agosto 28, 2007

Antonio


Se derriten las palabras envueltas en las llamas de la impotencia y la incomprensión.
Nunca imaginé ver a la muerte correr la banda de Nervión. Correr tras el número 16. Pero el 16 era mucho 16. Estuvo regateándola hasta que en un descuido la muerte le robó el corazón.
Es extraño ver por televisión a una persona a la que se le escapa la vida. ¿Qué tenía la mirada de Antonio mientras andaba por la banda hacia los vestuarios? ¿Qué luz desprendían sus ojos mientras bajaba las escaleras de Nervión?
Han sido días de esperanza mezclada con un extraño amargor. Amargor que poco a poco ha ido envenenando la esperanza. Y hoy, al mediodía, la esperanza terminó de diluirse. La muerte no perdona los regates de Antonio. Pero estoy seguro que Antonio, desde donde esté, seguirá con el balón pegado a sus pies, animando a su Sevilla.
Descanse en Paz
Laín Coubert

1 comentario:

Anónimo dijo...

era grande.
Fijaos si era grande,que despues de que su corazon intentase matarlo,el le venció la batalla y se levanto para que el pizjuan le brindara su ultima gran ovacion antes de caer en el vestuario
D.E.P. Antonio Puerta.