domingo, febrero 25, 2007

El efecto Mercadona

Cipriano Algor realiza en su novela muchas veces el camino. Y en ese camino muchas cosas eran las que se terminaban asomando a su mente. Él era alfarero, pero en el "centro" poco importaba eso. Las ollas y platos no venían de las alfarerías, venían de China.

Vengo de Mairena y el aparcamiento del nuevo Mercadona está a rebosar. Muchos políticos dijeron que este Mercadona acabaría con el pequeño comercio. Obviamente, mintieron. El Mercadona no acabará con ningún pequeño comercio. Los únicos que pueden acabar con ellos son los clientes, sus propios clientes, al elegir otro lugar donde comprar. ¿Por qué una persona decide ir al Mercadona y dejar de ir a su comercio habitual? Seguramente es ésta la pregunta que deberían plantearse aquellos políticos que no querían el Mercadona y que ahora pasean por sus pasillos con bolsas repletas de compras.

Vivimos en un mundo globalizado. Y una forma de expresión de dicha globalización es que un yogur hecho bien lejos cuesta 13 centimos más barato que uno hecho aqui al lado. ¿Es culpable el ama de casa que busca ahorrar algo en su ya triste presupuesto? Los políticos que se opusieron a la instalación del Mercadona en término visueño no acertaron. Tuvieron una visión equivocada y trasnochada de la realidad. Ahora sus ofertas nos bombardearan y nosotros no sacaremos provecho de ello.

Para proteger al pequeño negocio son necesarias otras medidas, ya que las proteccionistas mediante prohibiciones son ineficaces. La especialización, el servicio, el valor añadido son los escudos en esta lucha que ya se presenta complicada a priori. Y se presenta complicada porque, como todo en la vida, ni todo es blanco, ni todo negro.

Y recuérdese, si no hay un Mercadona cerca, siempre habrá un Eroski.


Laín Coubert

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