
Leo con curiosidad la
noticia publicada en la web de la
Ser sobre la restauración de un monolito en un
pueblo de Salamanca. Es la típica noticia que me lleva a pensar, como ocurrió hace unos meses con la
noticia del homenaje a Foxá que se intentó prohibir, que la recuperación de la memoria histórica que me gustaría a mi que se diera no es la que se está dando y que tras las palabras que intentan describir el cierre de heridas se ocultan otras ideas bien distintas.
No comprendo el porqué de ese miedo a que se recupere un monolito con nombres de personas que murieron en el bando franquista. No lo comprendo. Ni el miedo ni la denuncia que realiza mi partido,
PSOE, en ese sentido, ni le temblor que le ha entrado al alcalde del
PP de la localidad.
No creo que dejar que se pierdan esos nombres ayude a recuperar ninguna memoria. No creo que el atentado que sería tirar ese monolito ayude a recuperar ninguna memoria. Y no lo creo porque no me entra en la cabeza, y eso que la tengo bien grande, que ese monolito haga apología del franquismo.
Con la memoria histórica pienso que el camino que se debe marcar es el de recuperar la parte de la historia de la
Guerra Civil que se quedó en la cuneta, porque es de justicia. Pero al mismo tiempo no podemos permitirnos el lujo de perder la otra parte ya escrita. No es cuestión de, como se había hecho, subir a los altares a unos y olvidar a otros. No podemos ahora hacer lo mismo cambiando los protagonistas. Es cuestión de recuperarlos a todos y tener presente que hubo toda una generación que se dejó la vida en una guerra que asoló
España.La Ley de la Memoria Histórica se debe interpretar como una ley de conciliación y no como una de revanchismo. Los hombres recogidos en esa placa son personas que se dejaron la vida en una guerra, como decía, sin sentido luchando por unos ideales, que comparta yo o no, que no pueden suponer su ostracismo en la historia.
Las heridas se cierran con educación, cultura y reflexión y no borrando las huellas del pasado. Yo no quiero coger una goma de esas que usaba en el colegio, las
Milan, y borrar la historia ya escrita. Yo lo que quiero es coger el
Staedtler y escribir en las páginas en blanco la otra parte de la historia. Sólo así se podrá entender el "cuento" y cerrarlo tras ello.
Laín Coubert